El paso de los años varía nuestras necesidades nutricionales y energéticas al tiempo que demandan nutrientes antioxidantes que nos ayuden a disfrutar de un cuerpo en forma. Adaptar la dieta a estas necesidades es determinante para que los años pasen sin dejar huella y sin que la báscula lo note.
Disminuir las calorías
Nuestro organismo experimenta diversos cambios a lo largo de la vida; al llegar a edades avanzadas el porcentaje de músculo corporal disminuye y, como éste es el principal consumidor de energía, se reducen las necesidades energéticas. A partir de los 40 años las necesidades de energía del organismo se reducen un 5% aproximadamente, por cada década.
El cuerpo demanda menos energía para mantener sus funciones vitales en reposo, lo que debe compensarse reduciendo el aporte de calorías mediante la alimentación, ya que de lo contrario esa energía no consumida se acumula en forma de grasa.
Favorecer los procesos depurativos
Para potenciar los procesos depurativos y así favorecer la eliminación del organismo de radicales libres, es muy recomendable beber diariamente entre 1,5 y 2 litros de agua, además de consumir frutas, verduras y hortalizas coleréticas (alcachofa – 10 beneficios de la alcachofa aquí -, rábano, manzana…) que favorecen la función del hígado. También debe intentarse evitar el estreñimiento tomando verduras crudas, frutas con piel y cereales integrales.
Además de la disminución de la masa muscular y el aumento del porcentaje de grasa corporal, también disminuyen el porcentaje de agua corporal y el de masa ósea.
Algunas de las pautas a seguir para modificar la dieta adaptándola a estos cambios de la edad consisten en:
Controlar la cantidad de energía consumida
Los alimentos ricos en hidratos de carbono como las patatas, el arroz o los cereales son la base de una alimentación saludable, pero llegada la madurez deben consumirse con moderación.
Controlar y/o reducir el consumo de alimentos ricos en grasa
En especial los que contienen grasas saturadas (mantequilla, bollería industrial, embutidos…), porque además de mucha energía aportan cantidades elevadas de colesterol, nada recomendables por su relación con la aparición de enfermedades cardiovasculares.
Para controlar el aporte de grasa se recomienda aumentar el consumo de pescado – sobretodo pescado azul, dos veces por semana – y cocinar con aceite de oliva.
Llevar hábitos de vida saludable
La práctica de una actividad física moderada y llevar una vida activa aporta múltiples beneficios para la salud. Entre muchos otros, favorece el estado del sistema cardiovascular, tonifica la musculatura, ayuda a fortalecer los huesos, evita el estreñimiento…
A nivel psicológico los efectos positivos son también remarcables, ya que durante el ejercicio se liberan ciertos componentes en el torrente sanguíneo que mejoran el estado de ánimo y la sensación de bienestar.
Por otro lado de recomendable dejar de fumar y no tomar bebidas alcohólicas ya que son hábitos muy poco saludables.
Abandonar estos malos hábitos mejora la calidad de vida y disminuye el riesgo de ciertas enfermedades, entre ellas determinados tipos de cáncer.
Cuidar la alimentación y adaptar las necesidades cambiantes en función de tu edad y tu actividad diaria, es una herramienta básica para envejecer sintiéndote en forma, porque no hay nada mejor que vivir el día a día sintiéndose bien contigo misma/o independientemente de la edad que marca el calendario.