Fractura en la pierna, rodilla y fémur

Fractura de la pierna

Normalmente cuando existe una fractura de la pierna, el ambulante o paramédico puede
encontrar síntomas importantes. El mejor método de inmovilización, aparte del entablillado
de tracción, es aplicar una férula a cada lado de la pierna. Estas férulas deberán de ser largas,
extendiéndose desde el talón, casi hasta la ingle y las caderas, con acojinados alrededor del tobillo
y la rodilla. La base del pie deberá quedar en ángulos rectos con el eje longitudinal de la pierna,
visto desde un costado. Es especialmente importante la necesidad de proteger al pie contra
inclinaciones, si la fractura se encuentra a 10 ó 12.5 cms. del tobillo.

La tibia se encuentra precisamente debajo de la superficie de la piel. Un manejo torpe
permitirá que el extremo del hueso rompa la piel. También es posible que, a pesar de un buen

entablillado, el extremo roto atraviese la piel si la pierna del sujeto tropieza durante el traslado.
La inmovilización es el mejor método que se puede emplear para las fracturas de la pierna si
la fractura de la pierna está bastante, por arriba del tobillo, de modo que se puedan aplicar los
vendajes de tracción necesarios.

Fractura de la rótula de la rodilla

Este hueso puede resultar lesionado por medio de golpes directos o por una caída. En ocasiones
la fractura resulta de una fuerte acción muscular cuando la rodilla está parcialmente flexionada.
La fractura generalmente es en sentido transversal, no hacia arriba y hacia abajo. Aplicando una
férula desde el talón, hasta las nalgas, a lo largo de la parte posterior de la extremidad, las partes
rotas de la rótula se mantienen juntas, sin peligro de disgregarse por medio de la flexión de la
rodilla, y las lesiones al tejido blando se mantienen a un mínimo.

Fractura del fémur

El fémur tiene una pequeña proyección en forma de cuello en su extremo superior, coronada por
una estructura en forma de bola que se adapta al alvéolo del hueso pélvico.

La fractura en la porción principal del hueso, por regla general proporcionan una clara evidencia, la
persona fracturada se dará cuenta de la fractura.

La inflamación no puede ser demasiado evidente, a causa de que existe mucho tejido blando
(muscular), en esa región de la cadera y la inflamación no se mostrará como un agrandamiento.
La sensibilidad casi siempre se puede observar. En esta forma, si se hace una auscultación, el
ambulante podrá encontrar las pruebas de la fractura.

Cuando la fractura complica todo el cuello del fémur, como a menudo sucede con la gente
de edad avanzada después de una caída, la evidencia es mínima. Con frecuencia no se puede
hacer ningún examen. El ambulante o paramédico debe decidir por el estudio del accidente y
las preguntas y respuestas del paciente, si deberá o no colocar una férula. Por regla general, la
extremidad queda volteada hacia afuera, de manera que el pulgar del pie apunta hacia el costado,
pero esto no acusa por si solo una fractura. La persona fracturada generalmente se muestra
renuente a mover la extremidad y probablemente sufra de algunas molestias en la cadera.